- Toctoc, dijo él.
Después de 6 años volvían a hablar.
- Pase pase, contestó ella.
Entretanto, habían cruzado escasas palabras vía redes sociales. Habían dicho alguna que otra vez de volverse a ver. Habían mandado recuerdos al otro a través de sus padres.
Pero hasta ese día, y a pesar de las heladas, que aparte de enfriar la ciudad también habían enfriado sus corazones y sus recuerdos, no se habían dicho nada aun.
Se vino una sangría, otra, una cena con vino y sin postre, algunas pintas de cerveza y un par de chupitos a los que les habían invitado por el hecho de entrar en ese bar irlandés.
-O puedes venir a mi casa, a hacer la última.
Lo que vino después se puede contar, pero no lo haré. Lo guardo bien guardado, en la caja de “cosas bonitas, inesperadas, divertidas, entrañables, amables, sinceras y emocionantes” que todos tenemos en el cerebro, entre el lóbulo parietal y el frontal.