24 de març, 2011

El gran viaje

De pequeño siempre vivía en mundos paralelos. Le encantaba perderse entre las ramas de la selva de su imaginación, en la sabana de sus sueños, en la estepa de sus recuerdos, entre animales, gentes y paisajes.
Ya de pequeño hablaba de los viajes que haría cuando fuera mayor y "tuviera un sueldo digno de un ministro". Así lo decía él.
Ahora, 32 años después, tenía la casa llena de objetos de países: una figura de una mujer mulata y culona fumando un habano, una jirafa, un budha, unas muñecas rusas, una Tour Eiffel, una bola de nieve con la Casa Blanca, un maori, un gorro mexicano, una maqueta del Maccu Piccu, unas pirámides, fotos de Petra, un canguro de peluche que decoraba la cabecera de su cama, un kimono...
Era su historia, la historia que contaba cuando conocía a alguien, para hacerse el interesante, el sabido, el cultivado y el viajado. Era la historia de un viaje vacío, sin recuerdos reales, pero con detalles sacados de lecturas, relatos, libros, noticias, internet...
Viajes nunca hechos, con recuerdos provinentes, directamente, del todo a cien de la esquina de la c/ del Pecado.