13 d’octubre, 2010

APM

- Toctoc, dijo él.

Después de 6 años volvían a hablar.

- Pase pase, contestó ella.

Entretanto, habían cruzado escasas palabras vía redes sociales. Habían dicho alguna que otra vez de volverse a ver. Habían mandado recuerdos al otro a través de sus padres.

Pero hasta ese día, y a pesar de las heladas, que aparte de enfriar la ciudad también habían enfriado sus corazones y sus recuerdos, no se habían dicho nada aun.

Se vino una sangría, otra, una cena con vino y sin postre, algunas pintas de cerveza y un par de chupitos a los que les habían invitado por el hecho de entrar en ese bar irlandés.

-O puedes venir a mi casa, a hacer la última.

Lo que vino después se puede contar, pero no lo haré. Lo guardo bien guardado, en la caja de “cosas bonitas, inesperadas, divertidas, entrañables, amables, sinceras y emocionantes” que todos tenemos en el cerebro, entre el lóbulo parietal y el frontal.

Lo que vendrá después de eso se puede contar, pero no lo haré. Lo guardo en la caja de “cosas que me gustaría que fueran bonitas, inesperadas, divertidas, entrañables, amables, sinceras y emocionantes” que todos tenemos en el cerebro, debajo del área de Wernicke.

2 comentaris:

Fr. Dhael ha dit...

Mais importante do que ter as lembranças é saber seleciona-las de modo que transforme a nossa visão do que se foi no minimo um tanto saudosa.
Resgistra-se o todo para remomorar a parte.
que seja então a parte feliz
...

la convidada d'honor ha dit...

sempre tao certo...
obrigada amigo!!