22 de juliol, 2010

Así sin más...

Se levantó como cada día, se hizo un café, con la mini-cafetera que le regaló su madre cuando se separó de Carla. Ducha de agua fría, sin afeitarse. Desodorante AXE (adoraba el anuncio de la tele, y anhelaba ser como el chico protagonista). Dos tostadas con mantequilla y mermelada de naranja amarga. Un poco más de desodorante, por si el efecto había empezado a desaparecer. Llaves de la moto, casco y mochila. Tenía la sensación de siempre: un día gris, aburrido, en el trabajo, delante del ordenador. Informes, evaluaciones, llamadas a proveedores, llamadas a posibles compradores, análisis de ventas, más informes, papeles, papeles y más papeles, un café, algun cigarrito fuera, con los compañeros de oficina, hablando de sus tristes vidas y del partido de paddle que jugarían el fin de semana del 5 y 6. Haría su horario de siempre, de 8h a 13h. Parón para comer lo que se había cocinado la noche anterior, ahora con aspecto de conglomerado de pasta con salsa de tomate, metido en ese tupperware que no cierra bien, y que necesita de una goma para que no se abra dentro de la mochila Quechua que siempre le acompaña por el mundo. Vuelta al trabajo, de 14h a 17h, con esa modorra que a veces le ataca. Se permite una cabezadita sin que sus compañeros le vean, sin moverse de la silla. Apura los últimos diez minutos de trabajo, aguantando como puede, asqueado por el montón de hojas que tiene que revisar mañana.
En el ascensor, conversación típica sobre el tiempo, la victoria de su equipo de baloncesto, y el nuevo restaurante que han abierto al lado de la oficina.
- La camarera está buenísima, tiene un culo despampanante
- Eh?
- Joder macho, no has ido todavía? "La terracita" va a perder clientes si no renuevan el personal...Les ha salido competencia.
- Ah, no sé, todavía no he ido.
Ya tenía plan para esta tarde. Iría a tomar un café allí. Y con un poco de suerte, tal vez, el desodorante haría efecto.